Nuestro inefable consejer González Pons ha dado un salto cualitativo en su afán de buscar culpables a los males de nuestra Comunidad. Ya no son sólo los catalanes ni los socialistas del gobierno central nuestros demonios particulares. Ahora, además, que la Comisión Europea y la Eurocámara se hayan pronunciado en contra del voraz urbanismo valenciano, se debe, según el ínclito portavoz, a unos extraños lobbies europeos, empeñados en dañar nuestra imagen y en negarnos fondos de cohesión. ¿A quiénes culparemos en el futuro de nuestras desgracias? ¿Tal vez a los extraterrestres?
Convendría recordarle aquella máxima de San Agustín, no hace falta ir fuera para buscar la verdad, ya que ésta habita en nuestro interior. Hay motivos internos suficientes: la situación en que quedaron nuestras arcas tras el paso por la Generalitat de aquel chico de Cartagena que quería hacerse rico; la ambición de algunos empeñados en ganar dinero a costa de dejar el litoral plagado de cemento y la incompetencia de un gobierno valenciano.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 22 de diciembre de 2005