En víspera de la teóricamente mejor noche del año, los comercios de alimentación, cielo e infierno para los consumidores, vivieron ayer una actividad frenética. En el mercado donostiarra, se vendían el kilo de cigalas (media docena de piezas) a 68 euros. De ahí que la clientela siguiera con reverencia religiosa el tránsito del marisco por las manos del pescatero. Las quejas y comentarios por el vertiginoso encarecimiento de los productos estrella de la cena de Nochebuena eran generales. Pero ese es otro rito de la Navidad.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 24 de diciembre de 2005