Soy una ciudadana madrileña que diariamente utiliza el transporte público y que queda atrapada en los atascos que colapsan nuestra ciudad. Ahora voy de camino al hospital La Paz en un Servicio Especial que he cogido en Chamartín. Son las once de la mañana y llevamos 40 minutos atascados. Pero da igual la hora. Siempre hay atasco. Da igual que me vaya a plaza de Castilla. Siempre hay atasco.
Vivo en Embajadores. Los escasos días que me animo a usar el coche, sufro las obras del barrio, así como los atascos en la desmantelada M-30 sur.
La gestión que usted y su equipo hacen de nuestra ciudad ha condenado a millones de madrileños a vivir con unos niveles de estrés difícilmente soportables. Nos pasamos horas atrapados en la tela de araña en la que se ha convertido el tráfico en Madrid. Pero no descuidamos ninguna de nuestras obligaciones, seguimos yendo a trabajar, a dejar a nuestros hijos en los colegios, a visitar a nuestros enfermos. ¿Y cómo lo hacemos? Pues robando horas a nuestro sueño, a nuestro descanso y a nuestro tiempo libre. ¿Por qué ustedes se creen con el derecho de disponer de tantas de nuestras horas de nuestras vidas? ¿Han incluido en sus cálculos de costes los miles de millones de horas tiradas a la basura, desperdiciadas en los atascos?
Yo también quiero una ciudad bonita y moderna, pero no a costa de mi salud. Creo que su trabajo es hacer de nuestra ciudad un sitio mejor, pero su trabajo también es gestionar este cambio de forma que los ciudadanos podamos seguir viviendo en condiciones aceptables. ¿Era necesario acometer tantas obras y de tal magnitud simultáneamente.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 26 de diciembre de 2005