Justo un año después de que la tierra se quebrara bajo el mar en el sureste de Asia, el 80% de los 1,8 millones de personas que se quedaron sin hogar sigue viviendo en tiendas de campaña y chabolas improvisadas. Quedan cientos de kilómetros de carreteras por reparar, hospitales por edificar y escuelas por reabrir. En Banda Aceh, en Indonesia, el país más castigado, las autoridades reconocen que la reconstrucción va más lenta de lo esperado.
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* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 26 de diciembre de 2005