Dijo Federico García Lorca que poesía es la unión de dos palabras que uno nunca supuso que pudieran juntarse, y que forman algo así como un misterio. Literatura por excelencia, la poesía es, casi siempre, un acto solitario, de pocos lectores, aunque exquisitos. Y muchas veces raros. "Lo que mi alma siente yo no lo sé decir", escribió Gerardo Diego, uno de los grandes poetas de Cantabria. Sus colegas jóvenes, casi una treintena, se presentan ahora en braille en un libro titulado Voces poéticas de Cantabria: 1977-2004, del que es autor Luis Alberto Salcines, profesor y poeta él mismo. Juan Pastor, director de la colección Devenir, lo publicó hace algunos meses en castellano, y Pureza Canelo, directora de la Fundación Gerardo Diego, y Eutiquio Cabrerizo, poeta y novelista ciego, pensaron inmediatamente en hacer una edición para personas ciegas y deficientes visuales. Ya está en la calle, patrocinado por la ONCE. Incluye poemas, entre otros, de Jesús Cabezón, Maribel Fernández Garrido, Rafael Fombellida, Juan Antonio González Fuentes, Raquel Serdio, Adela Sainz Abascal, Regino Mateo y Alberto Santamaría, que los leyeron en el acto de presentación de la obra en Santander. Otros no pudieron estar. Unos, porque residen fuera de Cantabria (Fernando Gómez Aguilera, director de la Fundación César Manrique, de Lanzarote; Lorenzo Oliván; Ana Belén Rodríguez de la Robla, y Yolanda Soler, recién nombrada directora del Instituto Cervantes de Manchester); otros, por motivos de trabajo (Luis Malo Macaya, Gloria Ruiz, Natalia Liaño o Ángel Sopeña), o por estar de viaje, como Marián Bárcena, que presentaba el mismo día su último libro, Nociones del imperio, en el Instituto Cervantes de Roma. Particular emoción tuvo la lectura, por Salcines, de un poema de Rafael Gutiérrez Colomer, editor y arquitecto, recientemente fallecido en Madrid.-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 27 de diciembre de 2005