Ha publicado EL PAÍS (19 de diciembre de 2005) un artículo del ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación, señor Moratinos, felicitándose por el acuerdo sobre el presupuesto de la UE para 2007-2013. Menciona, entre otros puntos, cuánto dinero (45.000 millones) va a recibir España a través de la PAC; también celebra el señor ministro la financiación acordada (4.400 millones) para la política de inmigración europea, promovida por España. Ese dinero irá destinado a Marruecos y otros países de la zona a cambio de su colaboración en el proceso de cerrar fronteras, repatriar inmigrantes fallidos y ejercer en general como gendarme de las fronteras europeas. Por último, al ministro le complace que España vaya a aumentar su aportación al Fondo Europeo de Desarrollo: no menciona la cantidad correspondiente a España, pero sí el total: unos 800 millones.
En el mismo periódico, su editorial (2013) critica el resultado de la cumbre de la OMC en Hong Kong, y la actitud de los países ricos -especialmente, la UE- en insistir en mantener hasta 2013 los subsidios agrícolas que impiden competir a los agricultores de países pobres en igualdad de condiciones. La distorsión en el comercio mundial debida a dichas subvenciones es la mayor causa de miseria en África. Esa pobreza es la única razón detrás de las oleadas de desesperados abalanzándose sobre las verjas de Ceuta y Melilla, y es causa de la muerte y sufrimiento de muchos otros en África.
Es decepcionante que su periódico no considere oportuno resaltar el vínculo directo entre el presupuesto europeo -con su prolongación hasta 2013 de la PAC, esa escandalosa abominación tanto o más aberrante que el cheque británico- y la postura de la UE en las negociaciones de la OMC, que ha llevado a un mal acuerdo que es peor que un fracaso.
Es lamentable que el señor Moratinos considere buenas noticias para España y para Europa un presupuesto que prolonga un sistema corrupto, injusto e inmoral. Y es vergonzoso que la prensa en España no aliente un debate sobre la PAC que nos permita saber lo que hay detrás de tales buenas noticias y ponga presión sobre los Gobiernos europeos para acometer cuanto antes una reforma inexcusable.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 27 de diciembre de 2005