Francisco Somarriba enganchó cinco yeguas, hace casi tres meses, a su zíngaro -una diligencia para largos recorridos- y partió de Cádiz. El objetivo: demostrar que se puede cruzar la Península -el viaje termina en Santander- usando cañadas, veredas y "caminos de herradura" en general. Y reivindicar el uso de éstos, que "están siendo ocupados por las administraciones y terratenientes", explicó Somarriba, criador de caballos, de 53 años. El jueves cruzó la cañada real, la Gran Vía madrileña, entre una riada de coches.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 31 de diciembre de 2005