El Ayuntamiento de Barcelona gasta una gran cantidad de dinero en propaganda institucional. No hay nada que objetar cuando de lo que se trata es de informar a los ciudadanos, pero mucho cuando se trata de publicidad que no tiene más objetivo que autopromocionarse. Esto es lo que ocurre con los miles de vallas, banderolas y anuncios en prensa escrita y en televisión que machacan con un mensaje tan inútil e insustancial como "Barcelona batega". ¿Por qué no se invierte este dinero en atender las necesidades reales de los ciudadanos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 3 de enero de 2006