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OPINIÓN DEL LECTOR

Quejas ciudadanas

Mientras forofos políticos se recriminan en la carrera de San Jerónimo las enmiendas al Estatuto Catalán, la ciudad que acoge tan importante edificio se desmorona. Entre vallas y roturas, atascos y subidas de impuestos, olimpiadas y manifestaciones, la cortina de humo del estatuto es más importante que el día a día.

Aquí nadie sale a la calle a protestar que al obrero le suban el transporte "público"; nadie se alza a gritar sobre la subida de impuesto del IBI; nadie va a la huelga por la locura de la M-30 y su hipoteca a 30 años de muchos millones; nadie corta carreteras cuando miles de familias llevan esperando siete años el plan de urbanismo del Cañaveral y sus alrededores; a ningún partido político le interesa que no tengas acceso a tu casa por unas obras de las que nadie ha informado y que se van a prolongar Dios (y el señor Gallardón) sabe cuánto tiempo.

En definitiva, Madrid se hunde y miles de legionarios del Cid intentan salvaguardar la unidad de España no bebiendo cava y aferrándose al champán francés. Me recuerda mucho a la orquesta del Titanic, seguían tocando mientras a su alrededor cundía la desesperación.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 4 de enero de 2006