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CARTAS AL DIRECTOR

Ellos aún deciden

Tras alegrarme de que un catedrático de matemáticas, varón, se interese por los datos de la participación de mujeres en la docencia universitaria (carta del profesor Andrés Yebra, EL PAÍS del 24 de diciembre de 2005), discrepo en que el menor porcentaje de catedráticas se explique en buena parte por la edad media con la que se llega a estos puestos. Ya no se explica; coincido con él en que tiene sentido comparar los porcentajes actuales de profesoras con los de licenciadas de hace algún tiempo. Ya en el curso 1982-83 eran mujeres el 54% de los/as licenciados en España, el 41% de los/as estudiantes de doctorado y el 36% de quienes completaron la tesis doctoral (datos recogidos por la profesora Eulalia Pérez Sedeño en la publicación Mujer y ciencia: la situación de las mujeres investigadoras en el sistema español de CyT de la FECYT, www.fecyt.es).

Era esperable que, en la España democrática, el progreso y promoción profesional de estas doctoras fuera similar al de los hombres de su generación y hoy, más de dos décadas después, tuviéramos al menos un tercio de mujeres en el escalón más alto universitario, catedráticos, o en el equivalente del CSIC. Sin embargo, en ese escalón somos solamente el mísero 13% mencionado (15% en el CSIC). Ni el tiempo ni la valía profesional, solos, están llevando a las mujeres a los puestos que legítimamente les corresponderían en una sociedad equitativa. Sabemos que no se puede comparar un "flujo" con un stock, por ello es importante saber que el porcentaje de catedráticas nombradas en 2003 fue aproximadamente el 17% (gracias, blog Malaprensa). Se está compartiendo el trabajo pero no el reconocimiento ni el poder.

Uno de los muchos elementos que ha influido es la baja presencia de mujeres en comisiones y tribunales. Mientras que el CSIC ha empezado a cumplir la orden (BOE del 8 de marzo de 2005) de Presidencia del Gobierno sobre paridad en sus tribunales de oposiciones, en las comisiones juzgadoras de Habilitación Nacional para catedráticos de universidad, el incumplimiento es flagrante. La nueva LOU debería abordar este tema, así como exigir la obligatoriedad de presentar el equipo rectoral al completo, antes de votar un nuevo rector o rectora.

Las empresas privadas, ciertamente, tienen aún más camino que recorrer hacia la paridad de sexos en sus estructuras que el mundo político o el académico. Pongámonos a ello, todos y todas, pues ganaremos excelencia, competitividad y salud social. Innovador y equitativo 2006.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 4 de enero de 2006