Las ventajas de la prosperidad deben utilizarse para reparar anteriores desequilibrios y crear garantías contra las dificultades futuras. En la vida hay que elegir entre ganar dinero o gastarlo; no hay tiempo suficiente para ambas cosas, al menos en los tiempos que corren. Y el hombre, o la mujer, que sabe gastar y ahorrar es el más feliz, porque disfruta de ambas cosas. Aunque el hombre, o la mujer, que vive con más desahogo no es el que tiene más, sino el que administra bien lo mucho o poco que tiene. Nada te puede dar una dignidad tan respetable, ni una independencia tan grande.
El ahorrar dinero se ve como algo poético porque es pura creación. Ahora, con la cuesta de enero, volveremos al derroche. Yo soy de los que piensan que quien compra lo superfluo no tardará en vender lo necesario. Si eres capaz de gastar menos de lo que ganas, entonces habrás encontrado el tesoro de Harry Potter: la piedra filosofal. Como dijo Séneca: "Compra sólo lo necesario, no lo conveniente. Lo innecesario, aunque cueste un céntimo, es caro".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 10 de enero de 2006