El impacto que las familias y comunidades cristianas de los primeros siglos del cristianismo causaban entre el paganismo social en el que convivían quedo sintetizado en aquella expresión admirativa e impactante: ¡Miradlos cómo se aman! Y dicen que aquel impacto fue imán que atraía a las gentes al conocimiento y adhesión de la fe cristiana, cuando esta no era la de los emperadores, reyes ni poderosos. Mucho han cambiado las cosas y otros los aires que se perciben cuando se quiere publicitar el "producto" y se estructuran acontecimientos de publicidad y oferta a modo de las grandes ferias a las que el mercado nos viene acostumbrado. Tal y como se nos viene encima el gran acontecimiento del V Encuentro Mundial de la Familia y por lo que nos está llegando por la "intendencia" que se prepara ¿se pretende algo más que montar un sucedáneo de feria para llamar la atención de la clientela, y despertar las ganas de colocar un producto que, en "su mercado", ha entrado en profunda crisis?
Claro que la familia es clima, ambiente y medio para asegurar la supervivencia de la especie, pero infectada por el virus del interés individualista personal y grupal, lo que se asegura es la supervivencia de los seres humanos deshumanizados. Biológicamente los padres pueden transmitir y transmiten cualidades y defectos algunos hasta aberrantes, pues en lo social, tal y como esta estructura está infectada y sin vacunar, lo que se transmite es individualismo infantilista vivido, por mimetismo, en actitudes de poder dominante, si las circunstancias lo permiten. Y ya sabemos que a nivel de Humanidad, poder y amor no encajan.
Por ello ¿De verdad se pretende darle una oportunidad al amor para que vacune a la cristiana parentela? ¿O aquel "miradlos cómo se aman" ahora va a quedar en "miradlos cómo viajan".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 11 de enero de 2006