Poco ha entendido el señor Arregi lo que es el cristianismo, a juzgar por el artículo que publicó el pasado día 6 de enero en este rotativo. A lo que parece, Arregi olvida que nuestra religión es la que implica más a Dios con los humanos; y lo implica a través de un nudo doble: la revelación y la encarnación. Hay que "devolver a Dios su libertad", dice Arregi; y entonces ¿por qué se hizo hombre?, ¿para qué entonces bajó a este "valle de lágrimas"? A mí me parece que el señor Arregi tiene una especial predilección por el Antiguo Testamento, y en cambio disimula el Nuevo. Porque, en el Nuevo Testamento, Jesús, de quien dicen los obispos que es Dios, sí pertenecía a "una cultura temporal", sí tenía "una identidad", sí tenía "intereses humanos", y, por supuesto, tal como lo demostró en el templo cuando expulsó a los comerciantes, sí se "implicó en batallas" y utilizó malas maneras contra los mediocres, los mezquinos y los que tergiversan los valores. A Arregi le gustaría un Dios libre; y ésta es sin duda una idea muy original, sobre todo para los que desean enviar a Dios al ostracismo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 11 de enero de 2006