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Crítica:CLÁSICA

Polos opuestos

Este crítico recuerda que hace años el gran maestro Peter Maag le dijo que el nuevo astro de la dirección sería un joven que trabajaba en el Teatro Comunale de Bolonia: Christian Thielemann. De alguna manera, el miércoles en el Auditorio se unían el espíritu de Maag y la realidad de Thielemann con la Sinfonía escocesa de Mendelssohn como testigo no precisamente mudo. El suizo dirigía esa obra como nadie pero he aquí que el alemán en el que él creía la sitúa en el polo opuesto.

Un polo que, a tenor de lo escuchado el miércoles, define sus ideas como director: importancia desmesurada del volumen sonoro, escasa sutileza para las dinámicas que suelen plantearse abruptamente, no desde la lógica del sentido expresivo del discurso, falta de flexibilidad, por tanto, y un discurrir siempre demasiado enfático de las líneas de fuerza de la partitura. El afán por lo grandioso acaba, así, por devorar las ideas que la música propone, la arquitectura impide aflorar esos detalles que en Mendelssohn o en Schubert -en su Novena sinfonía- son tan importantes. En su haber, sobre todo, un implacable sentido del tempo y, qué duda cabe, un impulso adecuado a sus intenciones.

Ibermúsica

Orquesta Filarmónica de Múnich. Christian Thielemann, director. Obras de Mendelssohn y Schubert. Orquestas y Solistas del Mundo. Auditorio Nacional. Madrid, 18 de enero.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 20 de enero de 2006