Lamento haber "vulnerado la sensibilidad" de la lectora cuya carta fue publicada con fecha 18 de enero de 2006. Sin embargo, quisiera hacer unas puntualizaciones a sus palabras.
Dice usted que se le está negando el derecho a un trabajo digno. Considero que el de profesor es un trabajo dignísimo; quizá se refiera con lo de "trabajo indigno" a las condiciones en las que realiza su trabajo y que nos detalla.
Lo que más me ha llamado la atención de sus palabras es que diga "debo enfrentarme constantemente a clases que se cuestionan mi autoridad", ya que, en mi opinión, la autoridad no es algo que uno logre al aprobar un concurso-oposición: la autoridad se la gana uno en el trabajo diario con los alumnos (ya sea éste de 15 días o de cinco años). Con respecto al resto de condiciones, puedo estar de acuerdo con usted, pero lo único que pedimos los firmantes de la carta es que todo el mundo tenga derecho a acceder en igualdad de condiciones a ese "trabajo indigno" que usted realiza (como, le recuerdo, accedió usted en su día cuando no había listas preferentes). Aprovecho, además, la ocasión para recordarle que, mientras usted no apruebe el concurso-oposición, esas van a seguir siendo sus condiciones de trabajo, independientemente del preacuerdo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 20 de enero de 2006