Me ha impresionado mucho la carta de Javier Urquizu Aranaga publicada el jueves en estas páginas en memoria de su padre, don José María Urquizu, asesinado hace 25 años por la banda terrorista ETA en su farmacia de Durango. Y es que testimonios como ese emocionan y, por lo que a mí respecta, me preguntan si yo he hecho lo suficiente contra esos asesinos y sus cómplices.
Es bueno recordar esos hechos, pues solemos ser olvidadizos. Recordar no para vengarnos, porque en este punto creo que se ha dado ejemplo por parte de las familias de las víctimas del terrorismo, sino para arroparlas y para animarlas a seguir por el camino de la buena convivencia y del buen recuerdo hacia sus deudos.
Y que las fuerzas de seguridad y la justicia sigan trabajando sin descanso para erradicar de una vez por todas la violencia terrorista.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 21 de enero de 2006