De la noche a la mañana, tras buscar por el alcohol la inspiración de las musas, en el ilustrado y académico Barrio de las Letras, un maltrecho ciudadano dejó a la puerta de mi casa su autobiográfica obra: una flamante vomitona. El Ayuntamiento, que entiende por cultura popular el respeto a la molesta costumbre de trasnochar, orinar, vomitar y armar jarana por las calles de su corte y villa tras una noche de farra, ha dejado expuesta ante nuestras narices tan prestigiosa obra más de cinco días con sus noches.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 26 de enero de 2006