La comunidad judía de la ciudad ha recuperado su sinagoga mayor en el call barcelonés, que contará con una Torá del siglo XVI, y ha puesto en marcha el festival de cine judío organizado por un grupo de jóvenes cargados de energía. Con esto, Barcelona crece multicultural y humanísticamente.
Es preciso que las administraciones y entidades apoyen estas iniciativas y, sin necesidad de enarbolar banderas ni colores y sabiendo que difícilmente seremos Jerusalén o Sarajevo -donde conviven cuatro religiones monoteístas-, conseguir que Barcelona sea un lugar de referencia en el Mediterráneo donde todos, vengan de donde vengan, tengan un puerto donde ser bien acogidos y respetados.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 30 de enero de 2006