El 31 de diciembre de 2005 escribió en la sección de Opinión J. P. Gris para destacar la personalidad de Adolfo Suárez y la injusticia en que vive. Pide y me parece lógico que, cuando terminen las obras en la M-30, se la denomine con el nombre del ex presidente.
He sido admirador de Adolfo Suárez, porque en gran medida a él debemos la libertad, la democracia, la legalización de todos los partidos políticos y la primera amnistía general a todos los presos.
Sabiendo su triste final y siendo perteneciente quien esta nota firma a la SGAE desde 1942, con 18 obras estrenadas en América y España, lo que me convierte en el decano de los dramaturgos españoles, he querido emplear unos días a hacer mi última obra de teatro -la 136ª- dedicada a la vida y obra de Adolfo Suárez, comedia dramática que recoge los años que vivió en Madrid y lleva el título que encabeza esta nota. Está registrada en el Registro de la Propiedad Intelectual.
He querido hacer justicia a un hombre nacido en Castilla, a quien sólo puede comparársele -en el siglo XX- con aquellos hombres que han servido de ejemplo hasta nuestro tiempo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 1 de febrero de 2006