Vivo en La Ventilla y me siento del Tercer Mundo. Medio barrio ha sido cortado por las obras del intercambiador (concretamente, todas las calles que salen a la Castellana) y el otro medio está impracticable. Andar por las calles es una carrera de vallas y obstáculos, aderezado todo ello con montones de barro y cemento por las calles. Aun así, nuestro amable Ayuntamiento ha decidido hacer zona de residentes, y, evidentemente, el que quiera aparcar, que pague unos 24 euros. Es una tomadura de pelo. Aparcar, sí, pero ¿dónde? Y, además, paga el numerito del coche por no circular.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 4 de febrero de 2006