En el interior del buque Louisa, los agentes encontraron una bandera pirata. Tela negra. Calavera amenazante y un logotipo promocional de Tarifa. Los investigadores creen que los miembros de la red desmantelada aparentan mucho de corsarios. Por su despliegue de medios y de armas. Según el coronel jefe, Antonio Dichas, estaban preparados para defenderse de la competencia, aunque tenían rifles de sobra también para atacar.
Habían desarrollado ingeniosas ideas para evitar ser descubiertos. Algunas botellas de oxígeno presentaban un doble fondo, donde ocultaban las piezas recuperadas. Basaban su trabajo en una profusa documentación. La Junta insistió ayer en que los papeles, procedentes muchos de ellos del Archivo de Indias, no eran originales sino copias. De momento, se desconoce si perseguían un objetivo concreto.
Desde Ayamonte (Huelva) a Tarifa (Cádiz) los expertos calculan la existencia de unos 800 navíos naufragados entre los siglos XVI y XIX, de los que un centenar guardan valiosos tesoros. De ahí el interés de buceadores curiosos y de rastreadores profesionales en estas aguas. Muchos de ellos justifican sus actuaciones en la dejadez de la Administración autonómica, competente en esta materia, en la localización y puesta en valor de los pecios.
La operación no se ha cerrado. No se descartan nuevas detenciones. Ni tampoco que, al tirar del hilo del Louisa, se puedan abrir nuevas vías para frenar los expolios, considerados por las autoridades la principal amenaza del patrimonio arqueológico bajo el mar.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 5 de febrero de 2006