A la ya difícil situación del tráfico en esta ciudad, permanentemente en obras, se suma la decisión de mi empresa, Iberia, en colaboración con algunos sindicatos mayoritarios, de suprimir el transporte colectivo a los empleados del aeropuerto. Me parece una barbaridad para una empresa con miles de empleados, porque esto significa más coches, más gasto energético y más contaminación. "Quiero dar mi enhorabuena a los que toman decisiones pensando en los demás".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 6 de febrero de 2006