Esta mañana acude a la consulta una mujer, de 38 años, con dos hijos adolescentes y una madre enferma en su domicilio; trabaja a turnos como pinche en la cocina de un hospital y tiene un contrato temporal.
Tiene múltiples dolores de músculos y tendones, duerme mal y se siente que vive "muy ajetreada"; la etiquetan de "quejica"... ¿Doctor tiene algo, para combatir esto? Miro sus ojos, me paro a pensar y la solución no es un ansiolítico o un antiinflamatorio. Con estas tiritas no resolvemos el gran problema: la doble jornada, las discriminaciones y las desigualdades, etc... Son injustos, inaceptables y caros, los parches sanitarios a estos problemas. ¿Para cuándo más centros de día? ¿Y más guarderías? ¿Dónde están los planes de igualdad? ¿Conciliar la vida familiar, con qué laboral? ¿Promoción de salud en el trabajo? Recetar ibuprofeno y tepazepan no es la solución... La salud depende de variables sociales, económicas, ambientales y genéticas... y nuestros responsables sanitarios quieren solucionarlo sólo con pildoritas. La sordera y la miopía sí que son dos de las enfermedades más frecuentes de nuestros gestores, y además, no se curan con pastillas...
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 12 de febrero de 2006