Selecciona Edición
Selecciona Edición
Tamaño letra
Entrevista:Nuevos madrileños | David Bishop, británico

"Hay mucho más para hacer aquí que en otras ciudades europeas"

Tiene 42 años y dos hijos españoles. Londinense de nacimiento y madrileño de adopción, peregrinó por media Europa hasta llegar al barrio de Lavapiés hace 12 años. Se pasó una temporada "sonriendo y sin trabajo", hasta que lo contrataron en una fábrica de muebles. Desde el bar de Latina en el que trabaja ahora, sueña con volver a emigrar. Su destino es Barbados, donde está su familia.

David Bishop bien podría tener un máster en emigración. Nació en Newmarket, a una hora de Londres. Allí vivió 28 años, hasta que inició su excursión europea. Lille, en Francia; Larnaca, en Chipre; Amsterdam, en Holanda, y el Algarve portugués fueron algunas de sus guaridas. Pronto aterrizaría en Madrid.

"Me vine sólo con mi sonrisa", aclara Bishop. Fue en 1994 cuando se decidió. Su chica era española y juntos alquilaron una buhardilla en Lavapiés. "Fui uno de los diez primeros negros en llegar al barrio", recuerda. Lavapiés se convertiría pronto en su segunda casa.

Un año después nació su primer hijo, David Joshua, o DJ, como lo conoce todo el mundo. "Ya a los siete años tenía claro que no iba a vivir en Londres. No quería que mis hijos fueran ingleses", subraya. La memoria de Bishop se transforma de repente. Parece un álbum de fotos. "La gente vivía estresada y era una sociedad violenta e intolerante", recuerda este británico de 42 años, fanático del soul y de Bob Marley.

"Cuando llegué, Madrid era distinto a Londres. No tenía tantos vicios", relata. Para él ahora, todo es muy diferente. "La ciudad cambió por la emigración, por las costumbres de los extranjeros", razona Bishop. Menciona los restaurantes. "Antes había un indio medio escondido. ¡Ahora los hay por todos lados! Se han multiplicado", ejemplifica.

A Bishop le toca vivir en un Madrid cosmopolita. Observa trozos de esa ciudad todos los días en el bar Barrio Alto, donde trabaja. "Se escuchan varios idiomas a la vez. En la plantilla hay ingleses, italianos, portugueses y alemanes", comenta. Lleva un año sirviendo copas por las noches -"las que llevan ron son las que mejor me salen, de lejos"-, admite. Además, da clases de inglés durante el día. "Hay más para hacer aquí que en otras capitales europeas", advierte. Su voz suena a consejo para futuros inmigrantes.

De repente, Bishop se pone firme. "¡El tema de la inmigración tiene que mejorar ya!", protesta. "Tengo un amigo senegalés, Ibrahim, que es licenciado en geografía. Habla cinco idiomas, ¡pero no encuentra trabajo por los malditos papeles!", protesta Bishop. "Le quedan dos opciones: limpiar letrinas o trabajar en el top manta", vaticina.

Bishop se enfada por la falta de oportunidades para los extranjeros. "España avanzó muy rápido en poco tiempo y tiene espacio para seguir creciendo", explica. Y remata: "Hoy, más que nunca, este país necesita de los inmigrantes".

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 12 de febrero de 2006