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OPINIÓN DEL LECTOR

Trazos de ira

Con respecto a la grave crisis generada por las caricaturas ofensivas para el Islam, cabe recordar que la libertad de expresión no es un absoluto. Ahora bien, existen los cauces legales precisos en democracia para que se dilucide dónde acaba una y comienza la ofensa sin que haya que recurrir a la violencia.

En otro nivel de análisis, resulta evidente que esta polémica se inscribe en el marco de un desencuentro con Occidente, entendido como lista de agravios, en que el mundo islámico reprocha nuestra doble vara de medir con respecto a Palestina o Irak. No obstante, parece claro que a estas sociedades les queda mucho por recorrer en la senda de la modernidad. Aunque con razones que la justifican, se adopta una postura victimista y no se entiende la libertad como hecho individual, interpretando que no se trata de un hecho puntual de una persona desde su libertad equivocada o no, sino que responde a toda una campaña del mundo cristiano contra ellos. Asimismo, tendríamos que recordar el bastante plausible manejo de varios gobiernos, dictatoriales, para canalizar la frustración de sus pueblos contra el socorrido "enemigo".

La libertad es nuestro bien más preciado y debe tener sus límites en el respeto al otro, especialmente en asuntos tan delicados como las propias convicciones. Sin embargo, sin crítica no puede haber democracia. En cualquier caso minoritaria, la desorbitada y politizada respuesta violenta que contemplamos sólo desacredita a quienes la utilizan.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 14 de febrero de 2006