Estamos viviendo con perplejidad las últimas noticias relacionadas con el fenómeno de la prostitución. Primero, el Ayuntamiento de Barcelona crea una ordenanza cuyo cumplimiento está provocando, en la práctica, un hostigamiento constante y la intimidación directa hacia las prostitutas que trabajan en la calle por parte de la Guardia Urbana.
En Valencia, se crea otra ordenanza, donde pretenden sancionar "las conductas y actividades que perturban la tranquilidad de los ciudadanos", castigando de nuevo a las mujeres prostitutas. Y en Madrid, bajo el lema "por que tú pagas, existe la prostitución", acosan e intimidan a estas personas.
Para colmo, desde el Ministerio de Trabajo dicen que estudian "estudian pagar un renta de inserción de 375 euros mensuales a las que quieran abandonar esta actividad durante once meses". Queremos normalizar la prostitución, y para ello sacamos ordenanzas cuyo objetivo es la no visibilización de estas personas y su definición como "no gratas" para el resto de la sociedad. Y no sólo eso: como alternativa, brindamos un salario ridículo durante once meses. ¿Y luego?, ¿que vuelvan a la calle? Por favor, no se rían de las personas que trabajan en la prostitución.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 16 de febrero de 2006