Les propongo un ejercicio. Sitúense en la línea 3 y 5 del Metro de Valencia, por ejemplo en la estación de Colón. Observen el luminoso que señala la hora de la llegada de su metro. Compárenlo con los horarios situados en el mismo andén. Podrán observar cómo en escasas ocasiones coinciden. Los retrasos suelen ser de varios minutos. Esto hace pensar que los horarios son puramente orientativos. La realidad, el retraso, se enfrenta al deseo, los horarios.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 19 de febrero de 2006