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OPINIÓN DEL LECTOR

Insultos en Almuñécar

El 1 de febrero aparece una noticia en prensa que puede pasar desapercibida por estar los lectores más bien habituados a trifulcas entre nuestros representantes públicos.

El caso es el siguiente; en el último pleno del Ayuntamiento de Almuñécar se mantuvo un intercambio de graves acusaciones entre una concejala y el presidente de la citada corporación municipal; entre estas acusaciones, el alcalde sugirió que la ascendente carrera de la edil se había debido "a sus relaciones íntimas con el secretario provincial" del partido político al que pertenece.

Además, tal y como aparece en algún medio de comunicación granadino, la concejala pidió, ante otra de las salidas de tono del alcalde: "Que conste en el acta que acaba de llamarme zorra". Nosotras pretendemos con la siguiente carta que conste en los lectores el significado oculto de tal acusación emitida por el máximo representante de un gobierno municipal. Aunque estemos más que acostumbrados a estas "formas" de proceder, los comentarios del presidente de la corporación, hacen flaco favor a sus propias compañeras así como al resto de las mujeres.

Lo realmente indignante y sorprendente es el atentado ejercido contra la dignidad de todas aquellas mujeres que diariamente luchan, ejerciendo su derecho, en el terreno político y social por aspirar a puestos de responsabilidad en igualdad.

Nuestra intención sólo pretende hacer reflexionar sobre el daño que este tipo de comentarios, inconscientes la mayoría de las veces, y basados en la ignorancia e insensibilidad política, suponen para el bien de la ciudadanía generando comportamientos, actitudes y pensamientos sobre el género femenino. Hoy, que se intenta desde todos los frentes, políticos, sociales, culturales, económicos, etc, frenar este tipo de actitudes por sus consecuencias sociales, nos encontramos que un representantes público atenta contra el principio de igualdad y no discriminación por el hecho de ser hombre o mujer, un derecho fundamental recogido en nuestra Constitución y que como representante político debería conocer y aplicar.

Señor alcalde, las palabras pueden convertirse en hechos y quedar en el imaginario colectivo, no sólo alimentado un estereotipo, sino el peor de ellos. No vulgarice en su discurso el esfuerzo del sexo femenino y si quiere hacer batalla política respete las reglas y enfréntese al enemigo con más creatividad y originalidad, cambie de estilo y modernícese.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 21 de febrero de 2006