No es éste un libro de cuentos al uso porque todo él esta traspasado por una escritura torrencial que saquea y unifica todas las historias y diluye las tramas específicas y, por el contrario, favorece la mezcla de lenguaje lírico y narrativo, las maneras oblicuas de referirse a los acontecimientos y las remembranzas de películas, canciones y obras literarias. Hay, por otra parte, un personaje que lo canaliza todo, el Cazador de Santos, que, como un Van Helsing posmoderno, se propone dar caza a los héroes de las diversas secciones, ángeles o demonios, seres tiernos o disparatados surgidos de una imaginación desbordante, aunque no para destruirlos como los vampiros que perseguía el mítico personaje de Stoker sino para mirarlos de frente y después amarlos o detestarlos. Fresán habla de santos, de Dios y de Jesucristo, del cielo y del infierno, pero también de asesinos en serie, de personajes esquizofrénicos y de seres perdidos en un mundo desastrado. Y en la mirada con que se contempla ese mundo hay descrédito y parodia pero también devoción y verdad.
VIDAS DE SANTOS
Rodrigo Fresán
Mondadori. Barcelona, 2005
303 páginas. 16 euros
"En el principio era el Verbo" se dice en la Biblia y en este libro, una expresión que da sentido a la religión y al arte y seguramente por esto, el artista que escribe está siempre presente con sus comentarios y digresiones. El autor o narrador, no siempre distinguibles, no puede mantener la línea recta en la narración y se ve impelido a alimentar un fluir textual casi infinito, barroco, a veces desquiciado o alocado pero remansado en ocasiones en impagables fragmentos líricos. Creo que lo que el libro propone es similar a lo que en términos cinematográficos se da en algunas películas de Godard. El autor es como un vampiro que roba versos, copia escenas de películas o evoca canciones populares. Tan impregnada está la poética del autor del contexto cultural e histórico que le rodea que, en esta reedición del libro publicado en Argentina en 1993, Fresán ha puesto al día numerosas referencias y ha añadido dos relatos que se refieren al atentado a las Torres Gemelas y a Copito de Nieve y que incluyen una impecable síntesis paródica de El código Da Vinci.
Este libro, lleno de vida y
color, con fragmentos de gran aliento literario, sienta las bases de una poética que ya no abandonará al autor. Las constantes referencias a su mundo cultural, la creación de lugares míticos (la ciudad de Canciones Tristes, por ejemplo) o el tema de la inconmensurabilidad del universo y la pequeñez del individuo que, sin embargo, cultiva grandiosos deseos y de ahí surge la infelicidad. Viene a decir el autor que no es posible entender la vida y el arte sin la desmesura humana y el fracaso que la acompaña. Como demostración podemos ver el momento en que unos productores de Hollywood se proponen filmar la crucifixión y resurrección de Jesucristo, una película con tan exuberantes efectos especiales que deje por inservibles a todas las demás películas bíblicas. "Quiero una película que provoque conversiones en masa al cristianismo", declara el responsable. Y el resultado es espectacular pero también desastroso. Y también cómico para el lector, una comicidad liberadora.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 25 de febrero de 2006