Leo la adhesión que hizo el portavoz de la Conferencia Episcopal a la manifestación del sábado 25 y cada vez me deja más estupefacta la absoluta intromisión en temas políticos de nuestros obispos. Pero lo que más estupor me causa es no recordar (debo tener amnesia) los nulos pronunciamientos durante la etapa del Gobierno anterior, en la que todos sabemos ya -no lo supimos entonces- que hubo conversaciones con la banda terrorista para intentar llegar a acuerdos que propiciaran el fin de la misma; máxime, cuando nadie sabe ni puede saber -excepto los allegados al tema-, en base a qué contrapartidas pensaba negociar el Sr. Aznar.
Gracias, señores obispos, por mostrarme tan claramente sus intereses, su espíritu dialogante y pacificador, su preocupación por temas sociales relativos a las clases menos privilegiadas ... Tengo perfectamente claro al lado de quién están y por qué.
Mi Dios no tiene nada que ver con ustedes, afortunadamente.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 25 de febrero de 2006