¿Por qué nos cuesta tanto cumplir las normas de tráfico? Protestamos porque un borracho grita debajo de nuestra ventana de noche o se comporta mal en la calle, y sin embargo nos cuesta aceptar conducir sin alcohol; protestamos si nos empujan en la calle, y sin embargo no respetamos los pasos de cebra, y mucho menos los semáforos en rojo, que te exigen respetar al peatón. Rechazamos la violencia de género y no entendemos cómo un hombre puede matar a su mujer; sin embargo, somos tolerantes con quienes al volante de su coche pone en peligro la vida de los demás.
Las normas de circulación son normas de convivencia que nos obligan a todos, y creemos que ya es hora de que los ciudadanos conductores empiecen a reflexionar sobre la necesidad de un comportamiento responsable también en el tráfico. El que comete un delito conduciendo con exceso de alcohol, sin permiso de conducir y con una velocidad inadecuada es un delincuente que puede con su vehículo matar a muchos inocentes. Esto es lo que el Código Penal debe perseguir.
La ley está para protegernos y estamos seguros de que la mayoría de los ciudadanos aprueba su modificación. Sólo nos falta que los diputados hagan un buen trabajo y que los jueces apliquen la ley.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 26 de febrero de 2006