Supernanny es una franquicia inglesa. Triunfó tanto que se exportó a varios países, entre ellos Francia, donde algunos de los participantes demandaron a la productora por manipulación. El formato: una psicóloga experta en educación se introduce en una familia con hijos indomables (el eufemismo que utilizan es "traviesos") para pacificar la zona catastrófica. El proceso se filma, y eso constituye lo mejor y lo peor del reto. Lo mejor porque accedes a un universo familiar que fomenta una pedagógica solidaridad. Lo peor porque sospechas que la presencia de las cámaras modifica la conducta de los adultos y los niños. Una de las madres francesas denunciantes confesaba: "Cuando se fueron las cámaras y quise aplicar las normas de Supernanny, mi hija me dijo: 'Déjalo ya, mamá, no sigas, que ya se han marchado".
Cuatro ha estrenado la versión española del formato. Rocío Ramos-Paúl, la psicóloga elegida para aplicar sus superpoderes a un superbicho de cuatro años, adopta una actitud serena. Su sensatez es tan funcional y metodológica que a veces recuerda la de los héroes de Bricomanía. En lugar de tornavís, utiliza carteles con normas escritas para traviesos que no saben leer, un carné por puntos que penaliza las infracciones del aspirante a psicópata, técnicas de relajación para padres estresados y el consejo de ver menos televisión (cenaban viendo Allá tú, de Tele 5; ni siquiera tuvieron el detalle de poner Cuatro). Cuanto peor sea el niño, mejor. La crueldad de este principio televisivo ensombrece los valores de un programa cuya escena más pavorosa fue cuando, ante la mirada pasiva de cámaras y psicóloga, el niño cogió unas tijeras de descuartizar pollos y se fue hacia el comedor. Durante unos segundos, Danny el Travieso se convirtió en Freddy Krugger. Para recuperarme, me sumergí en un océano de fútbol televisado. No se pierdan la nueva y espectacular promoción del fútbol en Canal +. Sale Michael Robinson en plan gurú maduro predicando un mensaje tan exagerado y mesiánico como verosímil: "El fútbol lo es todo".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 27 de febrero de 2006