Los insultos de carácter racista a Samuel Eto'o no constituyen un hecho aislado. La cultura del insulto es una práctica habitual en el fútbol, reflejo a su vez de una visceralidad con la que bastantes hinchas viven este deporte -también algunos otros-, que exalta los instintos primarios e impide la racionalidad. Algo similar pasa en la política, en la que lamentablemente el ataque personal, la descalificación continua y los insultos están a la orden del día; fruto de un sectarismo partidista que hace que los adversarios se vean como enemigos. En principio, la mayoría de los ciudadanos rechaza estas actitudes, pero, lamentablemente, el 90% del espacio y del tiempo de los medios de información está dedicado al deporte y la política, por lo que no sólo se va transmitiendo a todos la crispación que padecemos, sino que empezamos a ver como normal lo que de ninguna forma tendría que serlo. Todos deberíamos tomar conciencia, pues todos somos algo culpables.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 2 de marzo de 2006