Es indudablemente un buen dato que las administraciones públicas tengan superávit. Ahora bien, considerando que una gran parte viene de los impuestos que pagamos los ciudadanos, ¿es necesario que alcance la cifra histórica de diez mil millones de euros?
Ya sé que gracias a eso se podrán poner en marcha muchas políticas sociales, pero, en un momento en el que las familias andamos haciendo cada vez más equilibrios para llegar a fin de mes por el encarecimiento de hipotecas, gasolina o alimentos, que se comen las subidas salariales, ya de por sí recortadas y en algunos casos prácticamente anuladas por el IRPF, francamente, celebraría ese dato con muchas ganas si el ministro de Economía anunciara un traslado de este histórico superávit de las cuentas del Estado a los ciudadanos mediante una rebaja sustancial de impuestos.
Superávit histórico, buen dato macroeconómico, un Estado más rico y ciudadanos cada día más endeudados que rogamos al cielo para que no se nos rompa la vieja lavadora o el frigorífico, aunque nos den 50 euros para comprar aparatos nuevos y más ecológicos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 2 de marzo de 2006