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Crítica:TEATRO | 'Barcelona, mapa de sombras'

Inauguración feliz

En el nuevo Teatro Valle-Inclán se ha inaugurado una sala pequeñita, proporcionada, que puede dar muchas alegrías. La primera es este Barcelona, mapa de sombras, de Lluïsa Cunillé (Badalona, 1961), autora que debutó en Madrid hará quince años. Sus protagonistas son una pareja de ancianos que sobreviven realquilando habitaciones. Él tiene un cáncer, y las horas contadas. Quiere morir a solas con su esposa. Una noche, los dos viejos hablan con sus inquilinos, para pedirles que se vayan. Son tres. Una profesora de francés que no tiene donde ir: se lleva a matar con su hijo. Un joven que quiso hacer carrera en el fútbol y acabó de vigilante de seguridad. Una inmigrante argentina sola y embarazada. Con este material, Cunillé hace una comedia ácida, brumosa, llena de zonas ocultas, de cables sueltos que se atan milagrosamente al final.

Barcelona, mapa de sombras

De Lluïsa Cunillé. Intérpretes: Montserrat Carulla, Walter Vidarte, María José Alfonso, Nicolás Dueñas, Roberto Enríquez, Marina Szerzevsky. Luz: Luis Perdiguero. Vestuario: Almudena Rodríguez Huertas. Escenografía: Juan San y Miguel Ángel Coso. Dirección: Laila Ripoll. CDN. Sala Francisco Nieva. Madrid, hasta el 2 de abril.

Juan Sanz y Miguel Ángel Coso han creado un espacio escénico vacío octogonal. El público está sentado alrededor, tan cerca de los actores que podría anticipar cada movimiento si su interpretación fuera estereotipada. No es el caso. Están vivísimos. Destaco a Montserrat Carulla, que templa la función; Walter Vidarte, y Marina Szerezevski, tan natural. Laila Ripoll, la directora, lo lleva todo a buen puerto.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 4 de marzo de 2006