La formación permanente a lo largo de toda la vida es otro de los principios que se quiere inculcar a los futuros maestros y profesores. La participación en las actividades de formación destinadas a los docentes es bastante alta: en 2003, el 73% de los alumnos de primaria tenían profesores que habían participado en cursos de formación en los tres años anteriores. Desde los centros escolares hasta el Instituto de Formación del Profesorado, pasando por las comunidades autónomas, existe una extensa oferta de formación continua para los docentes.
Sin embargo, "para que sea totalmente eficaz, hay que ver la formación permanente como una oportunidad de mejora para el ejercicio profesional y no, como en algunos o muchos casos, como una forma de obtener créditos para los sexenios", que es una manera de mejorar el sueldo, señala el director del Instituto Superior de Formación del Profesorado, Antonio Moreno. El incentivo de los sexenios, de cualquier modo, se va a mantener.
Renovación de recursos
Las mismas nuevas necesidades para las que hay que formar a los futuros profesores también afectan, como es lógico, a los docentes en ejercicio. Esto es, la relación con las familias, la atención a la diversidad o las nuevas tecnologías. Aunque en los próximos 10 años se vaya a producir la renovación de buena parte del profesorado, el grueso lo siguen constituyendo los que ya están en activo.
Ahí justifica Moreno que la formación inicial se acompañe de una buena formación continua, regulándola "un poco para ir acomodándola a ese proceso de cambio", dice. "La profesión docente es una profesión dura, que necesita todos los días tener entusiasmo. Hay que tener muchos recursos, aun gustándote, para ir resolviendo el día a día", concluye Moreno.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 6 de marzo de 2006