No sólo Sigmund Freud, sino también la emperatriz Sisí consumía cocaína. La bella emperatriz austrohúngara, eternizada en la gran pantalla por Romy Schneider como una princesa de ensueño, sigue siendo hasta hoy un mito enigmático. Por eso adquiere especial valor todo hallazgo que contribuya a dar nuevas pistas para indagar en su misterio, como es el caso de las reliquias que el museo del Palacio de Schönbrunn de Viena acaba de adquirir por 850.000 euros del coleccionista alemán Manfred Klauda. En este tesoro no sólo se encuentra un inocente diente de leche de la consorte de Francisco José de Habsburgo y el atuendo negro que vistió en 1898 el día en que fue asesinada por Luigi Luccheni en Ginebra, sino también un delicado cofre que la hermosa pero triste emperatriz solía llevar de viaje en su botiquín, que fue especialmente diseñado para guardar los utensilios destinados a la aplicación de cocaína. En la tapa se lee en elegante caligrafía "inyección de cocaína". No era en aquel entonces una droga prohibida, sino bastante en boga para combatir depresiones y problemas de insomnio, según se explica con cautela en el museo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 7 de marzo de 2006