Hay una moda deportiva en alza que consiste en recorrer y triturar el monte en quads, esos vehículos de cuatro ruedas enormes (como las de un tractor), con motores ruidosos, potencia elevada y conducción de alto riesgo, que forma parte del paisaje de montaña y del turismo rural de fin de semana.
Los espacios de enclave geográfico privilegiado con bosques y pastizales, con aldeas de arquitectura popular, declarados conjunto de interés histórico y cultural, donde piensa uno encontrar y disfrutar de un entorno relajante y bucólico de silencio, descanso, tesoros que ofrece la naturaleza, se los están cargando unas tribus de macarras (a veces también menores) haciendo turismo agresivo con los quads, arañando el monte, mordiendo los caminos, comiéndose el bosque, cubiertos de barro, con casco (o sin casco, porque no es obligatorio) y a toda pastilla, con chulería, desafío y con un ruido infernal invaden caminos forestales, pasos de ganado, rutas de interés ecológico, sendas de interés turístico, haciendas de actividad agrícola y pecuaria, que es un insulto a la naturaleza y al medio rural.
Para los amantes de este deporte de aventura destructiva, pido una legislación específica que ponga límites a estos abusos, que regule circuitos, nivel de ruidos, límite de velocidad, obligación de casco y de permiso de conducir, ponga control a este allanamiento con violación al medio rural y me preocupa que, si la hay ya, sea tan permisiva o no se cumpla.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 7 de marzo de 2006