Con el exclusivo ánimo de mitigar mi ignorancia, me atrevo a suplicar por esta vía (ya que como ciudadano de a pie me queda cercana), al excelentísimo señor presidente del Consejo de Estado, si no existe conflicto de intereses en la actitud de uno de sus miembros, que amén de prestar sus servicios en tan reputado órgano del Estado español dedica sus fines de semana a la labor de militante y beligerante partidario (por supuesto en este caso con todo derecho).
De no mediar tal conflicto, redirijo mi escrito al citado excelentísimo señor don José María Aznar para preguntarle si a su vez no se ha preguntado por qué razón ninguno de sus antecesores en el cargo hicieron uso de su potestad de acceder a un cargo consultivo de tan alto rango. ¿Pudo ser porque acaso el cargo exige independencia y militar en partido no la asegura?, ¿pudo acaso ser porque si se tiene la vocación de reescribir el apocalipsis, no se ha de arrastrar a ello al resto del país?
De no mediar tal conflicto, y a la vez no recibir respuesta, como es probable suceda, bien en forma de dimisión como miembro del Consejo de Estado, o bien en forma de calma de su efusividad verbal, sepa, excelentísimo señor Aznar, que me siento como ciudadano defraudado de su labor en un cargo público, por tremendista, partidista e interesada.
En espera de cualquiera de las respuestas, reciban ambos cargos públicos mi más cordial saludo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 7 de marzo de 2006