José Antonio Ramos es un gigante. Capaz de trascender con un instrumento autóctono. Uno de esos instrumentos aparentemente limitados, prácticamente imposibles, del que ha hecho su compañero de viaje, y al que saca un rendimiento inesperado.
Desde hace cinco años, el grancanario acude a su cita en el Central. Esta vez repasó su discografía con motivo de la edición de 15 años de timple, doble recopilatorio que documenta sus encuentros con Béla Fleck, Kepa Junkera o Los Sabandeños. Él y sus músicos hicieron un tanguillo, unas rumbas... Obras suyas como La alberca o La retamilla; piezas de jazz -Our spanish love song, de Charlie Haden, o el clásico Alice in wonderland-, así como Bebe, del albino Hermeto Pascoal, que José Antonio Ramos toca de forma brillante. Y hasta una simpática versión -cantada por Dani Casielles- de Englishman in N.Y., la canción de Sting.
José Antonio Ramos
José Antonio Ramos (timple), Andreas Prittwitz (saxos, flautas y clarinete), Antonio Toledo (guitarra), Dani Casielles (contrabajo) y Juan Carlos Melián (percusión). Café Central. Madrid, hasta el 12 de marzo.
El timple es un guitarrillo canario de cinco cuerdas -afinado en sol, do, mi, la, re- cuyo sonido cristalino y alegre recuerda a veces al ukelele o al cavaquinho.
En las poderosas y delicadas manos de José Antonio Ramos este diminuto instrumento se erige en solista. Y Ramos ha encontrado un cómplice necesario en Andreas Prittwitz, que llegó de Múnich hace casi treinta años, y ha trabajado al servicio de Serrat, Sabina o Víctor y Ana, además de ejercer como productor y profesor. El músico alemán despliega con habilidad un pacífico arsenal de instrumentos de viento.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 9 de marzo de 2006