Indignación y ganas de lucha. Dos sentimientos que se mascaban ayer en el número 30 de la Cava Baja. El primero iba dirigido a los planes que el Ayuntamiento tiene para la muralla, y la voluntad de no rendirse se resumía en una frase unánime: "De aquí no nos echan".
En la reunión que mantuvieron ayer los vecinos de esta antigua posada del año 1740, uno de los inmuebles más afectados por la prevista expropiación municipal, todos se mostraron firmes.
Su oposición gira en torno a cuatro ejes: "No estamos de acuerdo con un proyecto que presenta irregularidades manifiestas; queremos paralizar el expediente municipal; vamos a coordinarnos con los vecinos de las otras fincas afectadas; y, sobre todo, no nos vamos a dejar expropiar". Entre las irregularidades, los vecinos denuncian que el precio que cobrará la empresa adjudicataria no está fijado claramente. "Esto contraviene, si no la letra, sí el espíritu de la ley", aseguraba un asistente.
"Según el Ayuntamiento, sólo van a expropiar infraviviendas; pues que vengan a este edificio que fue renovado en 1994. Aquí se esconde un pelotazo inmobiliario", protestaba una vecina. Otro incidía en que no sólo ellos corren el riesgo de que se les quiten sus casas: "Si esto le sale bien a Gallardón, cualquier madrileño que tenga un resto arqueológico cerca de su casa puede empezar a temblar". Todos coincidían en señalar que ninguna autoridad se ha puesto en contacto con ellos y que la única información de la que disponen es la que ofrecen los medios de comunicación. Un arquitecto insistía en que el Colegio de Arquitectos de Madrid se ha opuesto a la obra con el argumento de que "la importancia de los bienes que se quieren proteger no justifica la extensión de la actuación".
En la junta vecinal se oyó una infinidad de argumentos, con un denominador común: "Ni siquiera vamos a negociar precios, simplemente nos quedamos en nuestras casas".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 14 de marzo de 2006