Otro de los lugares al que estos días se acercan los buscadores del espíritu eterno de Mozart es la casa del músico, en Domgasse, 5, una callejuela cercana a la catedral. No fue la única que habitó el compositor en Viena, pero sí, dicen los responsables, la más lujosa. Mozart se mudó 13 veces desde que llegara de Salzburgo a la capital del imperio. Pero fue en esta casa donde vivió la mayoría del tiempo continuado, unos dos años y medio en total.
Es la casa donde compuso Las bodas de Fígaro, una de sus maravillosas obras maestras y uno de los tres títulos que escribió junto a Lorenzo da Ponte, el brillante libretista con el que también hizo Don Giovanni y Così fan tutte. Dos plantas más, el segundo y tercer pisos, se han adherido a la casa museo recién inaugurada del músico para completar una exposición permanente que explica la agitada y apasionante presencia de Mozart en Viena, la ciudad a la que llegó dispuesto a comerse el mundo y que acabó engulléndoselo a él.
Él habitaba en el primer piso, en una vivienda discreta, con apenas tres habitaciones, un salón, un comedor y una cocina poco espaciosa donde, además, dormían los criados. El que parece ser su dormitorio, porque hay dudas de que fuera así, es pequeño y estrecho. En la estancia de al lado es donde presumen de que Mozart trabajó con Da Ponte en Las bodas de Fígaro y donde daba sus clases particulares, ya que en su tiempo, aparte de los encargos y los conciertos de piano que ofrecía como intérprete, en duelo permanente con otros como Clementi, se ganaba la vida como profesor.
Conciertos privados
El salón es un poco más amplio y luminoso, con alguna mesa de juegos de azar y espacio para el billar que tenía colocado en mitad. Entre esas paredes de madera oscura, con amplias ventanas a la calle, Mozart ofrecía de vez en cuando conciertos privados y fiestas que fueron bien conocidas en su época y que han agrandado su imagen de juerguista y derrochador, algo que sacaba de sus casillas a su padre, don Leopoldo, para el que siempre había preparada una habitación en su casa y con quien toda su vida mantuvo una difícil relación de amor-odio.
Dos exposiciones más completan el homenaje de los vieneses a Mozart estos días: Mozart para niños, que está en el Barrio de los Museos, junto al Leopold Museum y el Museo de Arte Moderno, y otra que complementa la figura del músico con el merecido homenaje también a su libretista más brillante: Lorenzo da Ponte, la partida hacia el nuevo mundo, se podrá ver en el Museo Judío, entre el 22 de marzo y el 17 de septiembre.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 18 de marzo de 2006