Cuando allá por el pasado mes de noviembre el presidente de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves, anunciaba la intención de retirar al Ayuntamiento de Marbella sus competencias en materia urbanística muy pocos tuvieron en cuenta que estábamos ante una decisión firme y, parece que definitiva, para aplicar un fuerte correctivo a lo que hasta ahora se estaba haciendo en ese municipio en dicha materia.
No se trataba, en fin, de un farol con el que eludir críticas. Ni siquiera, una advertencia con la que meter miedo a los rectores municipales que hacían y deshacían a su antojo. Era una posición contundente con la que rectificar el rumbo que estaban adquiriendo las cosas y, también, una forma, por la vía directa, de dotar, tanto al PSOE como a la misma Junta de Andalucía, de un discurso coherente en política urbanística.
Así las cosas, esta semana, los técnicos de la Consejería de Obras Públicas intensificarán su trabajo para hacer cumplir la orden adoptada por el Gobierno andaluz con el fin de que el Ayuntamiento de Marbella deje de tener en sus manos el planeamiento urbanístico y, por tanto, capacidad para la firma de convenios, fórmula a través de la cual han venido sorteando la legalidad y generando importantes ingresos financieros.
Tendrán que hilar filo porque se trata de un asunto muy goloso para los gabinetes y despachos jurídicos prestos ya a pescar en este suculento caladero.
Estepona, también
Hay, también, quienes interpretaron esta iniciativa como una simple medida electoralista. En el fondo se trataba de una acusación cargada de razón. Los socialistas sabían que no podían acudir a los próximos comicios locales sin los deberes hechos y eso pasaba por definir, de una vez para siempre, una línea clara de actuación ante los desmanes que se estaban cometiendo sin que la denuncia en los juzgados fuera ya suficiente.
Y eso ha valido para todos, incluido para los propios alcaldes del PSOE, tal y como ha ocurrido con el de Estepona, Antonio Barrientos. Este edil, que gobierna con el apoyo de concejales ex gilistas, se creyó en su día que estaba en disposición de dar lecciones a los suyos en cuanto a desarrollo urbanístico y turístico se refiere. Sin embargo, se ha mostrado como uno más de club, propiciando operaciones cargadas de sospechas bajo el falso argumento de que necesita recursos "para pagar la nómina", se supone, que de los funcionarios y empleados de su ayuntamiento.
Pues bien, igualmente, tanto él como aquellos que le apoyan, han sentido en sus propias carnes, que Manuel Chaves va en serio, que no permitirá la más mínima disensión que ponga en cuestión el papel de la Junta de Andalucía y de su partido. Un aviso que también vale para sus contrincantes, sobre todo el Partido Popular, formación que no ha sabido dar, todavía, una acertada respuesta.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 20 de marzo de 2006