Francisco Javier Tejero, granadino de 19 años, obtuvo la mejor puntuación en el concurso para los premios extraordinarios de bachillerato de 2003-2004, aunque no sabe exactamente cuál fue. Sí sabe la de bachillerato: un 9,11. Una nota que alcanzó sin una rutina estricta de estudio, pero en una modalidad en la que ya se había librado de las asignaturas que no le interesaban. Hizo Humanidades en un colegio concertado. "Además, atendía en clase, y eso me ahorraba después mucho trabajo", dice.
No seguía una rutina diaria por falta de tiempo. Francisco compaginó el bachillerato con sus estudios de trompeta en el conservatorio, "tres días a la semana, y en la otra punta de Granada, con lo cual perdía toda la tarde", dice.
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Pero la trompeta le quitaba todavía otros dos días a la semana, porque donde "verdaderamente" aprendió a tocar ese instrumento hace 10 años fue en la banda municipal de su pueblo, Ogijares (11.000 habitantes), dónde hoy continúa.
La trompeta también le llevó a la carrera que está estudiando ahora, Magisterio Musical. Sus notas han bajado un poco, quizá porque se lo está tomando "con más calma", o quizá porque en la facultad tiene "que organizarse él mismo su tiempo, en el instituto los horarios estaban más organizados", dice. De cualquier manera, sus padres -pintor, él, y dependienta, ella- nunca le han presionado, sólo le han pedido "que dé siempre todo lo que pueda", termina Francisco.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 20 de marzo de 2006