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Reportaje:Elecciones en Israel

A vueltas con los colonos

El debate sobre los asentamientos judíos de Cisjordania marca la campaña electoral israelí

Jerusalén
Los israelíes acuden el día 28 a las urnas para renovar su Parlamento. EL PAÍS inicia hoy la publicación de una serie de informaciones sobre los comicios, en los que Kadima, el partido fundado por Ariel Sharon -que sigue en coma- parte como favorito.

Divulga sin tapujos sus planes y ha logrado, siguiendo la estela de Ariel Sharon, que el debate sobre los asentamientos judíos de Cisjordania acapare la campaña electoral israelí. Ehud Olmert, primer ministro interino, lo expone con rotundidad: la evacuación de colonias es ineludible. La natalidad de la población palestina supone un riesgo para la identidad judía del Estado. Es imprescindible la separación. Claro está, detrás del muro de hormigón y las vallas metálicas que se alzan imparables, y conservando los tres bloques de asentamientos más poblados. Es para Olmert una línea roja más allá de la línea verde, previa a la guerra de junio de 1967, que la ONU considera frontera legal del Estado judío.

El bocado de Ariel, al oeste de Cisjordania; Maale Adumim, al este de Jerusalén, y Gush Etzion, en la región de Hebrón, son las colonias irrenunciables. Agrupan a 100.000 personas. Otros tantos colonos residen en decenas de asentamientos dispersos por Cisjordania. Son los protagonistas de los comicios.

Mario Sznajder, profesor de Ciencia Política de la Universidad Hebrea de Jerusalén, lo tiene claro: "El argumento de la patria histórica ya no vale. La gente quiere una solución pragmática. Un muro. Las soluciones unilaterales son las que dan votos". Kadima, creado en noviembre del año pasado, es una amalgama de dirigentes, muchos tachados de oportunistas, a los que une su determinación por continuar la labor emprendida por Sharon. Kadima utiliza la imagen del ex general enfermo. Y el Partido Laborista, que se perfila a seis días de las elecciones como segundón del futuro Gobierno, iría más lejos que Olmert. Pero no es momento de arriesgar simpatías.

La derecha cabalga desatada. La retirada de Gaza fue la espoleta de la indignación. La destrucción de nueve casas aún sin habitar en la colonia de Amona, el 1 de febrero, está presente. Benjamín Netanyahu, candidato del Likud, ha anunciado que no será socio de un Ejecutivo que proponga entrega alguna de territorios y tilda a Olmert de "peligroso izquierdista". Más radicales aún se muestran los partidos de la extrema derecha religiosa. Unión Nacional, aliada con el Partido Nacional Religioso (PNR), aboga por la expulsión de la población árabe de los territorios ocupados. Cualquier concesión territorial es herejía.

Yisrael Beiteinu es un partido en ascenso encabezado por un ex diputado del Likud que busca apoyos en el millón de votantes judíos procedentes de la Unión Soviética. Descarta un acuerdo con Olmert sobre la base de concesiones a los palestinos. La Unidad por la Tora y el Judaísmo, formación que agrupa a los descendientes askenazíes de Centroeuropa, y Shas, que reúne a los sefardíes, tampoco quieren oír hablar de entrega de territorios mientras no se pacte con la Autoridad Nacional Palestina. La derecha extremista unida ronda los nada desdeñables 35 diputados en un Parlamento de 120.

Y qué decir de los colonos. Los más extremistas amenazan de muerte a los agentes encargados de las evacuaciones de asentamientos. Baruch Marzel, líder del minoritario Frente Nacional Judío, pidió el lunes al Ejército que asesinara a un líder pacifista.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 22 de marzo de 2006