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Crítica:JAZZ | Ron Carter

Ligeros como una pluma

Volvió el jazz al Teatro Real de Madrid: gracias le sean dadas a quien corresponda. Volvimos los aficionados al jazz al coliseo de rancio abolengo y mucha prosopopeya por el que han pasado algunos nombres señeros del género, no muchos pero importantes.

Y lo conseguimos: el concierto, anunciado para las ocho de la tarde, comenzó con retraso, contradiciendo la fama de puntualidad británica del local.

Luego ocurría que uno accedía al patio de butacas y se encontraba enfrentado a lo que se suponía era una calle cualquiera del Barrio Latino parisiense, aunque más bien parecía Montmartre, con su escalera en cuesta, sus ventanucos iluminados y sus comercios a pie de calle; por uno de ellos hicieron su entrada triunfal los miembros del Golden Striker Trio elegantemente ataviados para la ocasión.

Ron Carter / Golden Striker Trio

Ron Carter, contrabajo; Jacky Terrason, piano; Russell Malone, guitarra. Teatro Real. Madrid, 21 de marzo.

Visión gloriosa

Primera constatación: algún jazz suena bien, o mejor, en el Real. Por ejemplo, el jazz sin batería de Ron Carter. La visión de conjunto resultaba gloriosa, con los tres instrumentistas ubicados en medio de París, apelando a un swing directo y sin complicaciones y sin sentirse en la necesidad de elevar el nivel de los amplis más allá de lo estrictamente necesario. Un sonido perfectamente natural y tan ligero como una pluma: algo que sólo es posible en un lugar como el Real.

En la música del Golden Striker Trio se da un guardar las formas que mucho debe a la de otro grande del jazz, el pianista John Lewis, líder del Modern Jazz Quartet y autor de la pieza que ha dado nombre al trío; la nota limpia y ajustada, el mismo sentido de la proporción... con sus peros, comenzando por los eternos problemas de afinación del líder o un exceso de blandura en el, por otro lado, excelente Jacky Terrason... apenas un nubarrón.

El repertorio del concierto del martes, en el que se alternaron las piezas estándar y las originales, fue otro motivo de gozo. Lo mejor: un conmovedor Willow weep for me interpretado por Carter en solitario.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 23 de marzo de 2006