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MIRADOR

Instinto básico

Emparedado entre la ira callejera y la presión de su colega y rival a la presidencia Nicolas Sarkozy, el primer ministro francés afloja en sus pretensiones de imponer su modelo de contrato de trabajo juvenil. De Villepin, cuya cabeza política comienza a estar en juego, ha pedido ya diálogo a los sindicatos para suavizar un proyecto que divide a la mayoría conservadora y comienza a amenazar sus posibilidades electorales. Una vez más, es el insuperable instinto político de Sarkozy el que marca el tono de los acontecimientos. El titular de Interior y jefe del partido gubernamental se desmarca públicamente del rigorismo del jefe del Gobierno y pide mucha más flexibilidad para abordar el desempleo juvenil, el más impopular de los proyectos gubernamentales del momento. Sarkozy percibe justamente que la violencia creciente que acompaña las protestas amenaza con llevarse por delante, en beneficio de la izquierda, las posibilidades de los conservadores en los comicios parlamentarios y presidenciales de 2007. Y podría abandonar el Gobierno francés antes de lo previsto para evitar que sus ilimitadas aspiraciones se vean abrasadas en la batalla actual entre el Ejecutivo y la calle.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 24 de marzo de 2006