El ex canciller alemán ha tenido un encuentro no muy agradable con los periodistas en su presentación en Moscú como presidente del comité de accionistas del consorcio ruso-germano Gazprom, que construirá un gasoducto entre Siberia y Alemania. Al ex líder socialdemócrata no le gusta que se le planteen reservas éticas sobre la aceptación de un puesto tan bien remunerado (250.000 euros anuales) después de que fuera él mismo, con Vladímir Putin, el que diera el impulso definitivo al proyecto. Tanto es así que la conferencia de prensa que iba a durar una hora se resolvió en 20 minutos. Desde su retirada, a Schröder le llueven las criticas por lo que amigos y enemigos perciben como una preocupante voracidad económica. El ex canciller no sólo disfruta de un generoso retiro. Pronuncia conferencias millonarias, es consejero de un grupo editorial suizo y se incorporará en breve al comité asesor del banco de inversiones Rothschild.
Tan lejos de la penuria de su infancia como de los ideales de su juventud.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 1 de abril de 2006