A gritos e insultos. Así fue recibido el Inter ayer en el aeropuerto de Milán tras la derrota sufrida ante el Villarreal en los cuartos de final de la Champions. Un centenar de aficionados estaba esperando a los jugadores y cuando aparecieron empezaron a gritarle: "¡Cobardes!", "Iros a trabajar". La policía tuvo que escoltar el club hasta una salida secundaria. El equipo, que aterrizó sobre las dos de la tarde, salió rumbo a la ciudad deportiva para preparar el próximo partido de Liga contra el Ascoli. El técnico Mancini no podrá contar con Verón. El argentino estará un mes de baja por una distensión en el tobillo.
Si los aficionados mostraron su disgusto, la prensa italiana tampoco fue muy suave con los neroazzurri. Para empezar dedicó sus aperturas a la apurada victoria del Milan -acérrimo enemigo del Inter-en los últimos minutos ante el Olympique de Lyon.
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Contundente, la Gazzetta dello Sport titulaba: "El Inter se merece una bofetada". Y añadía: "Otro fracaso, no hay excusas". Destacó también la mala actuación del técnico: "Mancini, parada final", y la decepción de Giacinto Facchetti, presidente del club, quien dijo: "Nos ha faltado todo y la reacción de los jugadores llegó demasiado tarde". Todos coincidieron en que el codazo de Materazzi a Sorín merecía una cartulina roja y que su gesto no tiene justificación alguna.
La Repubblica optó por un "desastre Inter" y "noche triste para Mancini". El periódico hizo hincapié en la actitud del equipo, que, en opinión de este rotativo, se rindió sin luchar. Bajo el título "Inter, parada final", el Corriere della Sera calificó de desastrosa la derrota sufrida ante la "cenicienta de Europa". Un club, el Villarreal, que se ha convertido en el quinto equipo español que alcanza unas semifinales de la Liga de Campeones, tras Real Madrid, Barça, Valencia y Deportivo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 6 de abril de 2006