Desde una celda de Santiago de Chile y pendiente de un proceso de extradición, el ex presidente peruano Alberto Fujimori es el gran ausente en las elecciones presidenciales y parlamentarias del domingo al estar inhabilitado por la justicia y acusado de violaciones a los derechos humanos y corrupción. Desde la lejanía trata de influir en su resultado, aunque no parece que con mucho éxito: su candidata, Martha Chávez, apenas alcanza el 6% en las encuestas, pese a aparecer en todos los carteles electorales acompañada de su mentor.
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"No lo pudieron vencer, si contamos con tu apoyo pronto el chino va a volver", exclama una joven encaramada a una tarima embutida en una camiseta naranja. Se llama Keiko Sofía, tiene 31 años y es la hija mayor de Alberto Fujimori. Reivindicando el pasado político de su padre, Keiko pide el voto para Martha Chávez, de la Alianza para el Futuro, candidata de circunstancias después de que la justicia peruana confirmara la inhabilitación del ex presidente.
Se trata de una ausencia algo relativa. "Querido pueblo peruano, el 9 de abril vota por el chino", dice la voz del propio Fujimori en los anuncios de televisión y radio. Su rostro está presente en los carteles electorales que abarrotan las calles y en los panfletos que reparten sus simpatizantes en la vía pública. Junto al retrato de Fujimori aparece el de Chávez, una congresista que trata de que los principales candidatos no se repartan el botín del descabezado fujimorismo. "Somos la fuerza mayoritaria", insiste en sus declaraciones públicas.
"No lo pudieron vencer...", repite Keiko, candidata al Congreso y que tiene según las encuestas muchas posibilidades de convertirse en el congresista más votada del país.
"Muchos de los votos que está perdiendo el fujimorismo se están pasando a [Ollanta] Humala, porque es un voto muy similar. No es algo ideológico sino contra todo y contra todos", explica el ex ministro de Interior y analista Fernando Rospigliosi. "Se trata de la simpatía por alguien autoritario y a la vez fuera de la política", añade.
Aniversario del autogolpe
Precisamente ayer se cumplían 14 años del llamado fujimorazo cuando, con el apoyo del Ejército, el presidente Fujimori acusó al Congreso y al Poder Judicial de no dejarle gobernador, disolvió la Cámara y asumió todos los poderes. Una actitud que sigue gustando en Perú, Según una encuesta del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, el 73% de la población se declara partidaria de un Ejecutivo autoritario.
"El primer gobierno de Fujimori fue muy bueno. Ahora no lo votaría, pero no sé por quién hacerlo", reconoce Eduardo Barreda, un informático que sostiene en sus manos un pasquín con la efigie de Fujimori que le acaban de dar en una avenida de Lima. Sin embargo, el ex presidente no ha podido encauzar a su favor las simpatías con las que todavía cuenta. "Su gran error fue trasladarse a Chile pensando que desde allí podría dar el salto a Perú", opina Rospigliosi.
En efecto, con las comunicaciones restringidas por las autoridades chilenas ha tenido un acceso prácticamente nulo a los medios -salvo los mensajes electorales grabados- mientras en Japón, en libertad, podría haber intervenido activamente en la campaña. Con dos hijos en sus listas, el presidente ha echado mano de su círculo íntimo. Ayer llegaba a la capital peruana la empresaria japonesa Satomi Kataoka, a la sazón novia del ex presidente peruano, quien se trasladó en avión desde Chile para intentar recuperar los votos que las encuestas ya dan por perdidos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 6 de abril de 2006